Los preamplificadores utilizados en la reproducción de discos difieren de los demás tipos de preamplificadores porque deben ecualizar de una manera especial las características de las grabaciones, como explicamos en el artículo ART860S.
En la figura 1 mostramos que, recorriendo la curva de respuesta de una grabación de 20 a 20 000 Hz, la intensidad de las señales varía ampliamente, indicando una diferencia entre el real y el sonido que debe reproducirse.
Así, para reproducir una grabación debemos compensar esta curva con una ecualización que nos permita oír los sonidos de todas las frecuencias grabadas con la intensidad original.
Para entender por qué se produce este cambio y porque es necesario una corrección, es interesante analizar el proceso de una grabación en disco.
Los surcos de los discos fonográficos son grabados por una aguja que es accionada por dos sistemas vibrantes, como muestra la figura 2.
Dependiendo del accionamiento de estos sistemas, que reciben las señales de audio de cada canal, la aguja vibra e imprime en el surco ondulaciones que retratan la señal original.
La amplitud de la oscilación de la aguja en la grabación no puede exceder un cierto valor para que no se produzcan distorsiones.
La amplitud máxima que se puede grabar es dada por las características del material del disco, que determina la "banda dinámica" de una grabación, siendo típicamente de 58 dB.
Sin embargo, la naturaleza granulada del material de que se hace el disco hace que se comporte como una fuente de ruido.
En las grabaciones, para minimizar este efecto, la aguja se calienta a cierta temperatura.
Se asegura de que el nivel de ruido máximo que exista en el disco sea al menos 10 veces menor que el posible ruido introducido por el circuito del preamplificador.
La señal de audio grabada se caracteriza por la frecuencia y la amplitud.
En la reproducción la frecuencia se traduce por la velocidad con que la aguja se mueve hacia los lados, mientras que la amplitud se traduce por el recorrido de este movimiento.
Como la aguja se suspende en un sistema mecánico, no tiene una respuesta lineal en toda la gama de frecuencias que se debe reproducir.
El propio sistema mecánico tiene una frecuencia de resonancia alrededor de 700 Hz.
Para una señal de forma de onda simple, como una sinusoide, se puede obtener una buena respuesta en toda la banda, pero con señales complejas la cosa cambia.
Así, hay dos posibilidades de hacer una grabación con la minimización de estos problemas.
Una de ellas consiste en hacer la grabación con velocidad constante, en cuyo caso la amplitud de las señales va a ser cada vez menor a medida que la frecuencia aumenta.
Otra posibilidad consiste en tener una amplitud constante en toda la pista, en cuyo caso la velocidad aumenta en las frecuencias más altas.
La figura 3 muestra lo que ocurre.
La segunda característica analizada es mejor, ya que los fonocaptores magnéticos (que son los más comunes) consisten en dispositivos de velocidad constante.
Se trata de un elemento activo, un generador que oscila en una bobina móvil con una salida de tensión proporcional al movimiento dentro del campo magnético, es decir, proporcional a la velocidad de cambio en el surco.
En el rango de 20 Hz a 20 000 Hz, que corresponde a 10 octavas, la variación de amplitud es de 1024 a 1, siendo este valor tomado como referencia para establecer la respuesta de una grabación.
De esta forma la RLAA (registro de la industria de la industria de América) establece una curva de ecualización cuyos valores se fijan en 3 frecuencias: 50 Hz, 500 Hz y 2120 Hz.
Estas frecuencias, referidas también como constantes de tiempo, son puntos de referencia que conduce a la tabla dada en el artículo ART860S.